Sigues cerca.

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Las noches son largas, amargas. Están impregnadas de un perfume con olor desagradable. Duermo, aquí, con tu mirada fija sobre mi. Te miro y te beso antes de dormir. Te repito lo guapa que eres. Te vuelvo a decir todo lo que te echo en falta. Es que esto es difícil. Es duro porque contigo hubiese sido diferente. Sé que me hubiese tenido que reír de la televisión de pago o de satélite, lo sé porque tú siempre me hacías sonreír. Siempre me consentías en todo. Y ahora no estás, ahora me faltas. Me siento sola, vacía, sin ganas. Me faltas tú, que eras lo más importante. Hace tanto que no escucho tu voz, que no te veía sonreír. Hace tanto tiempo que tú no eres la que eras. Y te has ido, así, sin más. Sin dejarme que te dé un beso, sin dejarme despedirme de ti. Pero no te lo tengo en cuenta, el tiempo que hemos estado juntas borra todo lo malo, todas las lágrimas, todo el sufrimiento. Porque contigo aprendí a ser yo, me formaste como persona y me distes los valores que hoy tengo. Me guiaste en mis peores momentos. Tú no has sido una abuela cualquiera, has sido y serás durante toda mi vida, la mejor abuela del mundo.

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