Y.. ¿ahora?

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Jugaba concentrado con una horquilla del pelo. Una horquilla que antes sujetaba los mechones de mi pelo descolocado. Su mirada estaba fija y una lágrima caía por su mejilla dejando su rastro hasta llegar a sus labios, esos labios que tanto juego me han dado, que tanto cariño me han regalado. Esos labios, punto. No sabía todos los pensamientos que corrían por mi mente. Quería decirle lo mucho que le amaba, todo lo que significaba para mi, quería decirle que sin él no soy nada, que me quedo en un cero. Quería decirle que aunque estaba a mi lado ya le echaba de menos. Quería volver ya de mi viaje, pero no lo podía hacer. Lágrimas corrían, huían, caían, buscaban un lugar mejor para todo ese sufrimiento. La maldad se había apoderado de mis sentimientos, ninguna palabra arreglaba nada, todo eran esfuerzos basados en nada. Los segundos pasaban casi sin detenerse en pensar que necesitaba mas tiempo, necesitaba mas tiempo para estar con él. El silencio era la marca de esa conversación. La vida se paraba. Las lágrimas no paraban de correr, el llanto acariciaba el dolor mas profundo que jamás mi cuerpo había conocido y los abrazos eran ligeros recuerdos de tiempos mejores. Es un chico especial me dije, tan especial que no hay ni un solo chico mas que se parezca a él. Tiene una magia, un don, es que es él, no puedo decir otra cosa. Es en todo ÉL.

Nerea Anguita.

5 de noviembre de 2009. 23.01

Simplemente no olvidas a esa persona. Sólo te acostumbras a vivir sin ella. Y quieres olvidar lo que fue, lo que es y lo que será... Lo que pudo ser y no fue, lo que podría ser y no será... Aunque creas que no puedes seguir el camino sin esa persona en tu vida.
Sólo con verle feliz, aunque no sea a tu lado, debería bastarte. Y a mí me basta,
y sólo me importa eso: ¡Verte feliz!

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