Y cada día, un instante volveré a pensar en ti.

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En ese justo momento sabes que ha terminado. Es precisamente el día en el que te levantas diferente. Sabes que todo va a ir diferente. Que vas a volver a ser la misma. Que has dejado atrás años de tu vida. Años preciosos, con sus altos y sus bajos, pero años. Desde el instante en el que abres los ojos, recorre dentro de ti un sentimiento de felicidad. Te repites que lo has dejado atrás, que se acabaron las noches en vela. Sabes que hoy empieza tu vida de nuevo. Que llevas meses reconstruyéndote, pero que al final lo has conseguido. Ese mismo día te colocas una coraza. No permites que nadie entre sin tu permiso. En el momento que sientes que alguien te acaricia el corazón, te cierras. Le cierras todas las puertas. Te encierras en ti misma. Sabes que no quieres volver a pasarlo mal. Has escarmentado, y no puedes negarlo. Pero de repente ocurre. Le ves aparecer y un escalofrío recorre todo tu cuerpo. Desde el dedo pequeño de tu pie hasta la última punta del pelo de tu cabeza. En ese momento sabes que la has cagado. Que le has dejado entrar y no tuviste fuerza para cerrarle la puerta como a tantos otros en el pasado. Pero te gusta que esté ahí. Te gusta que te arañe trocitos de tu corazón. Vuelves a sentir tantas cosas que no sabes si estás viva. Te sientes en lo más alto del mundo. Y si discutís te caes, te caes tan abajo que nadie te puede hacer levantarte. Solo él tiene el don de volver a dibujarte una sonrisa. Te repites la has cagado... ¿¡PERO QUE COÑO!? La he cagado y me gusta esta cagada. Me gusta que me bese, me abrace, me acaricie. Me gusta que me llame, que me hable, que me sonría. Me gusta todo él y sus te quiero. Y se lo prometí, en las buenas y en las malas. Y mientras te tenga a ti, lo que me digan los demás, sobra.

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