Fumo esperando que me llames, de momento.

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Sabías que teníamos los días contados. Que eso iba a tocar fondo mucho más de lo que mi mente creía y mi corazón quería saber. He estado tanto tiempo perdida entre miles de recuerdos y momentos. Pero ahora estoy de pie, mirando fijamente a lo que se acerca. Aún me atacan momentos, pensamientos me bombardean, pero sigo ahí. Me siento tan diferente. He aprendido mucho, bastante más de lo que creía. Y a pesar de esto, soy feliz. Soy feliz con mí alrededor, con mi mundo. Soy feliz sin ti, y a veces pienso que soy feliz sin mí. Todo vuelve a la normalidad, mi cabeza se asienta. Y cuento días para abandonar mi vida pacense. Confío en que después de la tempestad siempre llega la calma, y es evidente que, aunque lenta, la calma llega a mí. Quizás no viva en una estabilidad constante, pero me gusta este desequilibrio. La risa ha ganado ese terreno que ocupaban los malos momentos. El tiempo vuela, y mi vida con él. Y perdóname, pero no voy a seguir atada al pasado. Las cosas tardes o temprano se superan, cueste lo que cueste. Me siento tan fuerte que sé que puedo con todo lo que se me ponga por delante, y por supuesto, puedo contigo. Por muy abajo que me encuentre, salgo a flote. ¿Queréis un consejo? Dejaros llevar, dejar que todo fluya.

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